viernes, 24 de marzo de 2017

Habilidades y competencias emocionales



Los hay que piensan que la llamada inteligencia emocional consiste sobre todo en "apagar" ese fuego impetuoso que las explosiona de manera inadecuada e inoportuna en muchas ocasiones. Los hay que piensan que este tipo de inteligencia la disfrutan aquellos que se resisten a expresar sus emociones y, peor todavía, a sentirlas. Como remedio para evitar cualquier dolor emocional y para prevenir cualquier tipo de conflicto, hay personas que desarrollan ciertas habilidades para no sentir. Como diría una amiga ¡Qué barbaridad! ¡¡¡No sentir!!!. Eso es inhumano y antinatural. ¿Que cómo lo hacen? Ni idea. Lo peor es cuando ya no tienen bastante en dejar de sentir al otro (como base de la empatía y que ayuda al buen entendimiento entre las personas), que ya me resulta grave,  sino que, además, aprenden a dejarse de sentir ellos mismos. El peligro entonces, resulta eminente.

Si no sientes no detectas; 
si no detectas no reconoces, 
si no reconoces no puedes gestionar; 
si no gestionas no solucionas; 
si no solucionas, puedes acabar enfermando. 

Si nos volvemos insensibles a nuestro propio sentir, seremos incapaces de detectar las señales emocionales que nos advierten de posibles "peligros" o amenazas; que nos dan pistas de que algo no está ajustado en nuestro interior y que tal vez nos convenga reconducir o reajustar; que nos indican sentimientos de satisfacción y bienestar cuando estamos en paz, de alegría y gozo cuando estamos pletóricos; que nos sirven de brújula sobre nuestras decisiones, impresiones y reacciones ante nuestro entorno. Y sin ese "detector" natural, vamos como autómatas robotizados, ni frío ni calor, incapaces de sentir dolor, tristeza, rabia, melancolía... e incapaces también de sentir placer, alegría, felicidad, gozo...
El no sentir, es el no sentir en todas direcciones. Pero esta estrategia para librarse de las emociones está lejos de lo que Daniel Goleman empezó a denominar la inteligencia emocional.
No se puede gestionar, lo que no se conoce, de lo que no se es consciente.
Resulta, pues, imprescindible detectarlas y reconocerlas para poderlas gestionar, sobre todo, por nuestro propio bienestar. Si velamos por nuestro bienestar, fomentaremos el bienestar fuera de nosotros, y la impronta que dejaremos en los demás será lo suficientemente positiva para que nos recuerden de manera que nos beneficie, en lugar de que perjudique nuestra marca personal y nuestras relaciones sociales. Sólo cuando aprendemos a gestionar las emociones adquirimos el poder de cambiarlas.
Las emociones forman parte de la naturaleza humana, no las podemos negar. Negarlas sería negar la energía que nos motiva y nos mueve a hacer cosas. Ellas son el motor de nuestras acciones, y las cosas que hacemos son consecuencia de lo que sentimos previamente, aunque sea por milésimas de segundo.

"No somos responsables de  las emociones, 
pero sí de lo que hacemos con las emociones."
(Jorge Bucay) 

¿Hasta aquí, todo bien? Entonces, llegado a este punto ¿qué tipo de acciones puede realizar alguien dejándose llevar por la rabia, el resentimiento y el rencor? y ¿qué tipo de acciones pueden ser promovidas por la felicidad, la alegría y el amor? ¿Y la tristeza o la melancolía, como pueden afectar a nuestos comportamientos? Cada acción (o reacción) y cómo respondemos a nuestro entorno (a unas determinadas circunstancias o a un grupo determinado de personas) es promovida por una emoción previa. Si vigilamos nuestras emociones, las sabemos detectar y reconocer, será más fácil controlar y decidir nuestras respuestas al mundo.
Las emociones mueven (emotion, sustantivo que proviene del verbo emovere). Y para mí son como la energía (fuerza o capacidad de acción)... ni nacen ni mueren, se transforman.
No se trata de "taparlas" ni de "ocultarlas", de "ahogarlas" o ignorarlas, se trata sólo de reconocerlas y generar la habilidad para expresarlas en el momento oportuno, con las personas oportunas, en el contexto adecuado; de ahí la importancia de las habilidades emocionales en el marketing personal y en las relaciones sociales.

"La emoción es una brújula que nos dice qué hacer. 
Una brújula que se encuentra perpetuamente atascada en un único punto
no sirve para nada."
(Dan Gilbert) 

Insensibilizarse ante el entorno es pasar por la vida... sin vivirla.
No sentir, es no sentir... ni las sombras, ni las luces del gran  y rico universo emocional del ser humano.
Un mal día lo puede tener cualquiera, incluso una mala época, un mal trago vivencial y una serie de experiencias desagradables que nos ponen en jaque ante la vida. El cómo reaccionamos ante la adversidad es una de las características que nos define como personas y nos identifica como seres humanos. Todos sabemos llevar nuestro estado emocional cuando "todo va bien", ¿pero qué pasa cuando las cosas se nos tuercen y cuando la "realidad" no se adapta a nuestros deseos y expectativas? Ahí, sin unas habilidades emocionales óptimas y bien integradas, es dónde pinchamos.
Por eso es importante desarrollar una fuerte y entrenada inteligencia emocional que aporte valor (no reste) a nuestra marca y marketing personal. ¿O a caso tú contratarías a alguien que en los momentos críticos o difíciles cuando más se requiere del temple, la creatividad y la claridad mental, se pusiera histérico, agresivo y de mal humor complicando todavía más las relaciones entre sus compañeros y contribuyendo a un clima laboral tóxico? Alguien con fuertes recursos emocionales, es un valor añadido en la empresa y en la vida de cualquier ser humano; los que no suman y nutren, restan y envenenan, en cualquier área de nuestra vida. Por eso, puede resultar interesante observarnos ante los problemas y la adversidad, detectar nuestras debilidades emocionales y generar recursos para desarrollar habilidades que nos permitan hacer, lo que yo cómicamente llamo, kung fu emocional, lo que es mío me lo gestiono, conecto con el chi, y le doy la vuelta... y lo que es del otro, aunque lo puedo acompañar, comprender y mantener la sintonía con él, no me corresponde.

"Cuanto más abiertos estemos a nuestros propios sentimientos
mejor podremos leer los de los demás."
(Daniel Goleman) 

 Gracias por leerme.